Ya al nacer de por si la vida es complicada. Los bebés se enfrentan a todo un universo nuevo, llamativo, excitante, pero también aterrador e intimidante; totalmente diferente al mundo cálido, sereno, calientito y seguro del vientre materno.Cami tuvo, además, que lidiar con un cuadro de reflujo gastroesofágico, que le hacía vomitar la leche que acababa de consumir, causándole angustia, susto, e incluso peligro, ya que en algunas ocasiones la leche se le devolvía y salía por su nariz, asustándola y haciéndola llorar.
Visitamos varios doctores, que recetaron leches de fórmula anti reflujo, antiácidos, etc, para "mejorar" su condición, pero la gorda seguía vomitando, llorando, desvelándose y pasando malos ratos, al igual que nosotros, su familia, a quienes se nos partía el corazón cada vez que la veíamos devolver la lechita, asustarse, o no poder dormir durante la noche.
Un buen día -maravilloso diría yo- dimos con su actual médico, que dio consejos acertados, y orientó mucho mejor la forma en la cuál tratar con una bebita que presentara este cuadro médico. La primera recomendación: leche materna exclusiva. Esto le ayudaría a madurar más rápidamente su sistema digestivo, su píloro y esófago.
Eso fue hace ya poco más de tres meses, y actualmente la gordita está cada día más grande y fuerte. Tiene días buenos, y otros no tanto; días en que moja hasta 5 baberos y varios pañitos con vómito, y otros en los que el babero de la mañana permanece prácticamente seco hasta la tarde-noche. Ella tiene una rutina de sueño por la noche muy buena: duerme como a las nueve y treinta de la noche, despierta a comer un poco a eso de las cuatro treinta de la madrugada, se vuelve a dormir, y despierta nuevamente casi a las ocho de la mañana a bañarse -cosa que le encanta- para luego comer a eso de las nueve. Y así pasan nuestros días, sin olvidar no dejarla sola para cuidar que una lechita porfiada no se devuelva por donde no debe y la quiera ahogar.

Eso si, casi no duerme de día. Entre vomitillos y explorar el mundo que le rodea se pasan las horas para llegar cansada luego de un agitado día a dormir por la noche.
Esa es mi Cami, una "luchadora", como dice su abuelita. Y tal y como dice ella, los niños luchadores la "pulsean más", por lo que aprenden más al pasar más horas despiertos y con los ojos bieeeeeen abiertos analizando cada pequeño detalle del enorme universo que ahora les rodea.




Comentários:
Publicar un comentario